Eduardo

lunes, diciembre 11

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Bianca

Esa noche, tenia todo a su disposición, domingo era siempre un buen día para ir al cine, de compras o al teatro, o quizás mejor aun una buena cena en un buen restorán con una buena compañía, nada muy comprometedor solo una pequeña reunión entre amigos.

- Bianca- fue al parecer lo primero que se vino a su mente. Busco rápido entre los papeles sobre la mesa del teléfono el numero, sabia que estaba en algún lugar de Londres y sin dudarlo seria en su casa, pues domingo y Bianca, y no eran buena mezcla, lo más seguro es que estuviese en casa mirando televisión.

Rápidamente, marco el teléfono y decidió salir en su búsqueda.
A unos pocos minutos de allí la encontró sentada en una de las tantas bancas ubicadas en las afueras de la Royal Academy, a unas cuadras de Picadilly Circus. Algo aburrida por la demora, Roberto se disculpo por la tardanza, con un movimiento de las comisuras labiales hacia abajo como si sonriera pero al revés. Bianca musito una sonrisa y subió al pequeño automóvil. Esa fue sin duda alguna la mejor de las ideas. Bianca había llegado desde Italia hacia unos tres años a Londres, en busca de trabajo, interprete de profesión hablaba a la perfección el ingles, español, italiano y alemán además de japonés y chino por ello, la embajada de Italia la recibió rápidamente y con los brazos abiertos. Era sin lugar a dudas una de la mujeres más bellas de todo Londres, ojos pardos, piel notoriamente suave de un color mas bien blanquecino y cabellos negros hasta un poco por debajo de los hombros, un cuerpo moldeado por la naturaleza. Era de extrañar que aun a sus 28 años no estuviese comprometida, pero para ella el hombre ideal no había llegado, sin lugar a dudas luego de este comentario, Roberto lamentó no ser aquel que ella esperaba.



Se conocieron, en la embajada de Italia, en una presentación de la empresa Fiat, que presentaba un nuevo tipo de motor de diseño japonés, lógicamente ella como interprete, y él cámara en manos buscando la imagen del día, para el noticiero
de las nueve de la BBC 2 londinense. Debía ser uno de esos trabajos aburridos, inmerso entre mucha gente que poco interesa al hombre común. Pero allí estaba ella llena de ese misticismo que encanta, pero que la vez asusta, así la conoció de manos de un güisqui escoses con hielo y ella de un martíni puro, luego del saludo supieron ya, que habían de ser muy buenos amigos.

Decidieron beber algo en el Stiki Fingers, un café temático, ubicado en la calle Kensington High esquina Phillimore Gardens fundado por Hill Wyman ex bajista del grupo The Rolling Stones, era más bien un bar, en el se podían ver en sus paredes, recuerdos de giras y recitales del grupo, irónicamente una de las fotos destacaba por entre las demás, justo en medio de todas un retratos, Roberto junto a Aerosmith, recordándoles a los clientes que a pesar de lo que se dijera, este bar estaba abiertos a todos.
- Lo peor de todo esto es que ni tu ni yo, estamos comprometidos, aun cuando, somos al parecer personas dignas de toda confianza, es verdad que no soy el espécimen mas bello del planeta, y que no creas que pretendo serlo, pero vamos que si estas esperando a David Beckam, que ya esta comprometido eh-
- que ese no es el punto, Roberto, que en la vida hay mas que andarse tirando al primero que se te cruce por en frente, míranos a nosotros ¿cuantos años de amistad?, para que arruinarlos con tonterías-
-¿Tonterías?, que bien que pienses así eh, es que no esperaba menos de ti-
-Vamos Robert, que sabes bien que te encuentro un chico muy guapo ¿no?, pero además sabes que no me gusta jugar con la gente de esa manera, además si hoy por hoy ya hubiésemos hecho el amor ¿que seria de nosotros?-
-Yo que seria muy feliz mujer, vamos que ¿para que buscar una desconocida?, si somos tan buenos amigos debemos seguir siéndolo aun cuando te lleve a la cama, y de seguro que te lo pasarías muy bien-
-Y como tan seguro de ello?, ni me lo digas, los orgasmos, pero vamos, acaso no viste When Harry meet Sally, en ella se toca el tema, y bueno que ya sabes como termina-
- Si!!! termina con Harry en la cama de Sally y luego, al final, casados, vamos que estamos perdiendo el tiempo- agregó con una gran carcajada cerrando el tema.
- Bueno ya que no estaré en la cama en unas horas más, de nuevo, que pretendes que hagamos, sabes que los ingleses no saben divertirse y menos a estas horas por Londres en la cual no hay ni una cosa por aburrida que sea por hacer-
-Mmm, la verdad no lo se, vamos a mi departamento y vemos unas películas, después de todo con lo que pago por satélite es mejor aprovecharlo, más que viendo la RAI Televisión, además te ves hambriento, te preparo algo para comer, unas películas y a tu casa eh!- musito Bianca con una sonrisa en los labios
-Esta bien mujer, pero sin dudas que te vas a arrepentir de dejarme ir esta noche-
-Mmm, puede ser, ya vamos, que la noche es joven y mañana en la embajada hay mucho que hacer, pero aun es temprano y además sabes que hace mucho no duermo más que unas horas diarias-

Ambos salieron, en dirección al apartamento de Bianca.
Para llegar hasta allí, se debía cruzar media Londres, aun cuando a los ojos de Roberto, hacer eso, un día de Domingo a las 9 de la noche era un verdadero placer, pocos coches en la rutas, además en The City, uno de estos departamentos podía llegar a costar unos cuantos millones de Dólares si era adquirido por la persona correcta, aun cuando Bianca, no correspondía al tipo de persona del lugar, la embajada de Italia estaba encantada de tener en el centro financiero de Londres, a una de sus proliferas traductoras, y mas de una vez ha tenido que asistir, en representación de grandes inversores italianos, como la FIAT, a reuniones en el centro de The City, a entablar relaciones comerciales con los grandes representantes Japoneses e Ingleses, que se mueven en estas callejuelas, abarrotadas de iglesias (52 en total solo en área), museos y bancos.
Bianca vive en el 6 piso de un elegante edificio, ubicado en la Bread Street, a unas cuadras del la Catedral de San Paul, la cual domina aun la entrada virtual a The City.

El departamento de Bianca, si bien era de un costo elevado, lo era mas por su ubicación que por el tamaño. Pintado en tonos pasteles, dejaba ver, por ella el gusto por el minimalismo, nada exagerado en la decoración ni en los gustos, raro se decía para una chica italiana. En la pared, lo más importante, una gran fotografía, de sus ojos y una lagrima que recorria su mejilla teñida con el azul del delineador, si bien era una foto blanco y negro la pequeña línea azul se dejaba ver como un riachuelo en la suavidad de su piel.
-Recuerdas, esos ojos Roberto- pregunto cariñosamente Bianca.
-Como olvidarlos, son los tuyos, recuerdas el día de esa fotografía, nos conocíamos hace poco, y te encontré llorando, aquí en la iglesia de San Paúl, agotada, sin mediar trato, tome mi cámara y te retrate, tu expresión fue de espanto al mirar la cámara, no entendiste, pero cuando viste la fotografía, fue como ver tu alma y comprendiste que no valía la pena llorar, sino solo vivir- reflexiono Roberto con el alma apretada en su pecho.
-Como te quiero Roberto, ¿sabes?-
-Claro que lo se, si me lo has dicho miles de veces-

Roberto acerco sus labios a los de Bianca, ella lentamente cerro los ojos, y sintió como los labios de su amigo se posaban sobre su mejilla, con un calor inmenso y cargado de cariño.